Estas masas de Almas P'o no son simplemente individuos sufriendo; en las profundidades de los Mil Infiernos, a menudo se amalgaman en "enjambres de dolor". Al carecer de la chispa de la razón y la ética que proporciona el Hun, estas entidades se convierten en ecos distorsionados de los peores vicios que el difunto cultivó en vida. Son la ira sin objeto, la envidia sin fin y el hambre sin estómago.
La Trampa del Samaritano
Para un observador del Reino Medio o un espíritu benevolente de las Cortes de Jade, el espectáculo de estas almas es desgarrador. Sus lamentos pueden sonar como peticiones de auxilio genuinas, pero esto es, en la mayoría de los casos, una trampa instintiva. El P'o no desea la salvación (un concepto que ya no comprende), sino el alivio momentáneo que produce derribar a otro ser a su mismo nivel de miseria. Atacar a un salvador no es un acto de ingratitud consciente, sino una reacción química: la luz de la buena voluntad quema su esencia corrupta, y su única respuesta es intentar extinguir esa luz.
El Riesgo de la Emancipación Errónea
Cuando un místico o un Kuei-jin intenta "abrir las puertas" de una fosa de almas en Yomi con la esperanza de provocar un regreso masivo (el surgimiento de nuevos Segundos Alientos), ignora la delicada metafísica del Yin y el Yang:
• Desequilibrio Catastrófico: Sin un Hun intacto que regrese al cadáver para anclar al P'o, lo que se libera es un espectro hambriento. Estas sombras no buscan sus cuerpos, sino que se dispersan por el Mundo Penumbral, devorando la esencia de espíritus menores y debilitando la estructura de la Realidad.
• La Transformación en Akuma: Aquellas pocas almas que logran seguir a un "liberador" hasta el Reino Medio suelen terminar vinculándose a objetos o personas de forma parasitaria, convirtiéndose en motores de corrupción que facilitan la llegada de los Reyes Yama al mundo físico.
La "Pequeña Facción" y el Destino Kuei-jin
Solo una ínfima parte conserva su Hun esperando en el Reino Medio. Estos son los elegidos por el destino para convertirse en Wan Kuei. Para ellos, el P'o no es un enemigo externo, sino el motor que les permite escalar de vuelta a la vida. Sin embargo, para la "masa de pecadores" restante, el P'o es una prisión eterna. Liberarlos no es un acto de misericordia, sino un acto de negligencia cósmica que solo sirve para alimentar el caos de la Sexta Edad que se avecina.
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