La Senda Escarlata

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El puente espiritual febril e infestado de demonios que conecta el Yomi con el Mundo Yang se denomina Senda Escarlata. Aunque es más fácil de encontrar que el Camino de Ébano, muchos la consideran notablemente más peligrosa. Además de conectar varios infiernos menores que deslucen su recorrido como si fueran ampollas, también es un campo de cultivo para los espíritus de plaga y pestilencia. Un viajero descuidado podría aventurarse en el camino, escapar de enjambres de malévolos insectos, vencer abominables demonios y abrirse camino hasta el Mundo Yang para después fallecer de kuru o estado avanzado de sífilis. Esos son los peligros del Chi Yang corrupto.

Es difícil perder la Senda Escarlata desde cualquier punto del Yomi. La cantidad de tráfico que hay desde los Mil infiernos y el Infierno Occidental de Malfeas provoca que ésta sea uno de los puntos notables del paisaje en el dominio de la corrupción. Tiene "rampas de entrada" en la mayoría de los Reinos de aspecto Yang y del Yomi Wan; se caracterizan por un tráfico denso, postes de señalización y el ocasional campamento defensivo. La Senda misma se mantiene fuera de lo que la rodea debido a su mezcla particular de malsanos árboles selváticos impregnados de telaraña y su cieno rojo y mucilaginoso. La procesión continua de Bakemono, Arañas Trasgo, demonios, akuma, emisarios, fugitivos, esclavos y otros que la recorren hace que la diferenciación sea aún más obvia. Cientos de vagonetas, coches de dos ruedas a tracción humana y tanques viajan a una velocidad extremadamente lenta en ambas direcciones atravesando la enfermiza y agresiva vegetación que debe ser quemada o cercenada constantemente.

La mayor parte del recorrido parece ser una jungla espesa que se alza de un abundante barro rojo. Los árboles a lo largo del camino son retorcidos y gangrenosos, pero cuando se cortan crecen nuevamente a una velocidad lo suficientemente rápida como para poder observar el fenómeno. Las enredaderas que se enroscan alrededor de la vegetación son fibrosas, malsanas y espinosas; las flores, aunque espectacularmente bellas, son venenosas tanto por el olfato como por el toque. Un sol rojizo luce bajo continuamente, manteniendo el calor y la humedad en cotas muy altas. Afortunadamente para los Kuei-jin, este sol es sólo un recuerdo provocado por los miedos del holocausto nuclear. Era mucho más brillante durante la década de los cincuenta, casi insoportable, pero a lo largo de los últimos diez años ha comenzado a atenuarse. Aún así, todavía ofrece más luz de la que resulta confortable para muchos de sus habitantes.

Un viajero que intente viajar por la Senda debería pensar cuál sería la mejor forma de abrirse paso a través de la peligrosa masa densa de árboles e insectos hostiles sin perderse o ser devorado. Aunque puede resultar tentador seguir a una de las muchas "caravanas oficiales" de almas perdidas que hay a lo largo del camino, tales tácticas son casi imposibles. La extrema humedad y el sol inmisericorde generan espejismos que pueden confundir totalmente a un viajero, aunque éste piense que sólo estaba a unos pocos metros detrás de su guía. Las ramas recién cortadas gotean una savia profundamente corrosiva sobre aquél que esté bajo ellas, y lo que es aún peor, marcan al pobre individuo como comida o anfitrión de huevos para los enormes enjambres de hormigas, avispones, mosquitos, garrapatas y arañas de la Senda.

Cualquier viajero que no esté fuertemente desequilibrado hacia el Yang parecerá un muerto en comparación con el resto del reino, y los habitantes del camino responderán de acuerdo a esto: enormes moscas querrán poner sus huevos en las víctimas; una vez conseguido esto, éstos se transformarán en gusanos que harán túneles a través de la carne de la víctima. En la piel comenzarán a desarrollarse hongos de vivos colores que, si no están bajo vigilancia o son desatendidos, consumirán a la víctima en espacio de unos pocos días. Si un viajero está desequilibrado hacia el Yin esos horrores se intensificarán cien veces. Pocas experiencias pueden resultar más desagradables o letales para un seguidor del Dharma de La Canción de la Sombra que un viaje por la Senda Escarlata.

Cualquier intento de descansar mientras se está en este lugar casi siempre terminará de forma desagradable. Retoños o zarcillos verdes y hambrientos, goteando un néctar mucoso que es tan corrosivo como anestésico, empezarán a enredarse y cubrir los cuerpos de aquellos que descansan un momento (Destreza + Pelea, dificultad 5 para impactar; Percepción [dificultad 7] para que el objetivo se dé cuenta de que algo va mal mientras la savia erosiona un Nivel de Salud por turno). El poderoso agente anestésico que hay en el néctar impide a la víctima sentir algo mientras la enredadera disuelva a su objetivo. Muchos fugitivos, cansados de su huida del Yomi, han descansado demasiado tiempo en las junglas de la Senda Escarlata y no han vuelto a dar otro paso.

Las criaturas que habitan la senda, tanto flora como fauna, suelen ser espíritus que representan las peores imágenes pesadillescas del mundo natural. Por consiguiente, son capaces de exhibir el comportamiento más antinatural; debido a esto, un enjambre de hormigas soldado, por ejemplo, se desvía de su camino para embargar a visitantes no deseados en el reino, las raíces salen del suelo para hacer tropezar a los viajeros descuidados, y los gigantescos fénix que sobrevuelan los cielos sobre la Senda procuran apuntar cuidadosamente cuando escupen fuego sobre los viandantes. En pocas palabras, cualquier cosa que podría ir mal en la naturaleza aquí ha ido mal; y todas las cosas desagradables son dirigidas hacia los intrusos.

El riesgo más común que puede encontrarse en la jungla Trasgo son la propia nación de trasgos, que no son mucho más que un conjunto de rasgos y humanos y animales fusionados en una figura a duras penas humanoide; generalmente ocurren horribles incongruencias. Aún peor, los trasgos poseen una especie de instinto malévolo que hace de ellos unos terribles y persistentes enemigos. Cazan tanto por placer como para alimentarse y se regocijan en aterrorizar, atrapar y atormentar de cualquier forma a su presa antes de devorarla, preferiblemente viva. Todo es parte del deporte para esos retorcidos espíritus naturales.

Sin embargo, los más malevolentes y odiados de entre los habitantes de la Senda son las Kumo. Utilizan la Jungla Trasgo como campo de reproducción. Si una Kumo puede denominar algún lugar con la palabra patria es sin duda éste. Algunas Arañas Trasgo han sugerido, bajo extrema coacción, que hacen aquí sus cubiles porque es en esta selva donde guardan a su reina hasta que pueda ser liberada de la gran roca que la mantiene atrapada. Sin embargo, la historia es sólo un rumor, y no demasiado común. Las telarañas de estas criaturas son tan resistentes en algunas áreas que el pasar por ese miasma se hace extremadamente laborioso y retardante, cuando es posible hacerlo. Las Kumo seducen (o raptan) material de reproducción adecuado y llevan al "compañero" a sus telarañas-hogar que se encuentran en los árboles más altos de la Senda Escarlata, realizando frecuentes pactos con los Reyes Yama para que se les permita libre paso por el Yomi o el Mundo Yang. La mayoría de los soberanos infernales permiten este libre paso debido a que las Kumo son sus mejores soldados; a cambio, ellas quedan como responsables de cazar a los viajeros no autorizados que haya en la Senda. El trato resulta muy beneficioso para las diablesas araña, ya que les proporciona todo el Chi y la sangre que puedan necesitar.

Aunque la naturaleza de la Senda asegura que todo lo que se encuentre en ella sea corrompido o, al menos, desequilibrado, aún guarda mucha relación con el mundo viviente y las cosas vivas; cuando se les da un tiempo, pueden adaptarse a cualquier situación. Hay muchos enclaves diminutos a lo largo de la Senda compuestos por fugitivos que se han adaptado a este entorno malévolo. Son llamados los Monos Locos; acechan en las sombras sobreviviendo principalmente por la información de primera mano sobre este reino que han conseguido por las duras. Pueden atacar ocasionalmente a pequeñas caravanas, o a otros fugitivos, para adquirir bienes necesarios como ropa o utensilios de metal. Sin embargo, la mayoría de las caravanas oficiales no lleva nada más que el aparentemente interminable intercambio de regalos de almas y carne inocente entre los Reyes Yama y los Maeljin Incarna. Muchos entre esos Monos Locos eran del Sudeste Asiático, cerca de las Cortes Doradas del Penangallan, y más de unos pocos han tenido experiencias previas con la táctica de guerrillas en algún momento de su existencia. Les gusta pensar que están librando una guerrilla contra los Reyes Yama (o los Demonios Occidentales, o cualquiera al que vieron antes de escapar a la Jungla Trasgo), y que debilitarán finalmente a los reyes demonio lo suficiente para desequilibrar la balanza a su favor. Entre sus filas se encuentran mortales y shen de todos los tipos, especialmente Hengeyokaiy Chi'n Ta, además del ocasional Shih desconfiado, y todos hacen lo que pueden para utilizar sus diferentes artes y habilidades contra los demonios sin atraer la total atención de la furia de los Reyes Yama.

No hace falta decirlo: la mayoría de los Monos Locos están realmente locos. Su odio hacia los Reyes Yama llega tan lejos que son capaces de permanecer en la Jungla incluso después de haber encontrado una forma para volver al mundo material. Aunque su idealismo está más allá de toda duda, su racionalidad no lo está. Cualquier viajero que vaya en busca de los Monos Locos puede prepararse para embarcarse en una búsqueda que está cerca de lo imposible en un entorno difícil y malévolo seguido por una intolerable iniciación (y eso si todo marcha como la seda). Si las cosas no van bien mejor que se prepare para alcanzar el fin de su encarnación actual en un reino espiritual compuesto de del odio, la rabia y el dolor de los siglos. Una de las aflicciones especialmente comunes entre los Monos Locos es la paranoia, en especial respecto a los espías de los Reyes Yama.

La senda Escarlata posee un número ilimitado de sorpresas para los viajeros descuidados. De vez en cuando, el espeso barro rojo del camino se vuelve carmesí brillante e intenso o de un color esmeralda. Las Piedras Yang, como a veces se llama a esos cristales, son algo común aquí y no tienen valor en el Yomi o Malfeas, aunque en cualquier otra parte son buscadas intensamente. El Pueblo del Relámpago, en particular, las encuentra deseables debido a las energías místicas que contienen. Llevar una de ellas proporciona a su poseedor una descarga de autoconfianza y alborozo. Una sola piedra puede convertir a un viajero en impaciente e impetuoso. Más de una y se volverá totalmente maníaco. Aquellos que llevan múltiples piedras se sienten poderosos, imparables y, en casos extremos, casi como un dios; y no dudarán en enfrentarse a situaciones extremadamente peligrosas mientras se encuentren bajo estos efectos. Llevar tres o más de estas piedras aseguran al viajero una serie de fascinantes visiones, y las alucinaciones son siempre del tipo que empujará a la víctima hacia situaciones imprudentes en el peor momento posible. La posesión de una Piedra Yang ha sido la causa de cometer Actos de Ceguera. La Senda Escarlata se encuentra llena de muchos chih-mei maniáticos que llevan collares enteros de Piedras Yang, generalmente intercaladas con huesos, mechones de cabelleras y dientes añadidos para incrementar el valor estético.

Cerca de su fin en el Mundo Yang, la Senda Escarlata se ramifica y se retuerce como las raíces de un enorme árbol a medida que se funde con los diez mil reinos del Mundo Yang. La rama principal del camino lleva directamente al gigante infierno occidental denominado Malfeas. Un millar de pequeñas ramas llegan al Reino de los Espíritus que Luchan. Muchos pequeños senderos alternativos llevan a otros reinos y zonas del Mundo Yang y una pequeña parte de ellos conducen hasta reinos puros como Shangri La y la Tierra Hueca, pero es algo ampliamente conocido que esos lugares de paz son sólo leyendas. Si la Senda Escarlata estuviera conectada a un reino incorrupto, tal lugar tendrá seguramente un guardián inmensamente poderoso que mantendría a raya a los demonios de colarse dentro como si se tratara del emerger de una tormenta destrozando todo lo que se interpusiera en su camino.
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