Lanka: La Ciudad Demonio de los Rakshas

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En una oscurecida esquina del Yomi, lejos de los infiernos más poblados y conocidos, yace el arruinado reino-isla de Rayana, el Rey Demonio de los Rakshas. No está claro, ni siquiera es concebible cuando uno observa la decadencia e inmovilidad de este dominio, pensar que haya sido uno de los más grandes entre los Mil Infiernos. Hay pocos sonidos que rompan el molesto silencio, el aire apesta debido al humo rancio de las hogueras extinguidas hace mucho y la sangre que una vez corrió por las calles, y que manchaba las piedras de los edificios, está seca y se escama por la brisa: para los demonios Lanka es un lugar de tristeza; para todos los demás supone un breve respiro.

Lanka está calcinada: sus grandes edificios han sido engullidos por el fuego y hay zarzas retorcidas que envuelven sus negruzcas paredes como si intentaran derrumbar lo poco que queda; por ahora, parecen estar haciendo un buen trabajo. La tierra baldía que rodea la urbe se extiende más allá de la línea de visión, finalizando en el mar de sangre hirviente que rodea la isla-ciudad. Aquí no hay ni día ni noche ya que el dominio parece sumido en un eterno crepúsculo: los visitantes afirman que el cielo luce con un color gránate que promete eternamente un amanecer que jamás ha de llegar. Hace tiempo, mucho, Lanka latía de forma literal con el poder del Chi Yang corrupto. Los edificios se mecían y movían al compás rítmico de los chillidos de las almas que estaban apresadas en su interior. La propia isla era una entidad viviente y horrible que existía sólo para servir a los deseos de su señor Rayana, el siempre mutable y siempre hambriento. Lanka estaba repleta de suficientes almas que el rey Yama clamaba para sí. El lugar que ahora prevalece es un eco distante y entristecido de aquel tiempo: las escasas estructuras que aún quedan en pie se encuentran carentes de vida; en ocasiones, una lanza un estertor moribundo mientras escapa su última esencia; tales actos atraen la atención de las incontables zarzas destructivas. La ciudad fallece lentamente, y su lucha contra la entropía está prácticamente acabada.

Este infierno se alimenta de la violencia: cada acto de agresión, cada gota de sangre que cae en la tierra le proporciona a la ciudad un poco más de Chi y extiende la vida del ser repugnante que es el propio dominio unos segundos más. Debido a que Lanka no tiene la fuerza suficiente para ejercer la violencia personalmente, hace todo lo posible para instigarla en los otros, lo que incluye la estrategia de mover las calles, además de otros trucos variados, para conducir a los intrusos hacia otros de su clase de manera sospechosa. Los actos de extrema violencia que se cometan aquí, y especialmente aquellos conflictos donde se derrame sangre o se incurra en el asesinato, refuerzan la tierra dándole la capacidad de arrojar columnas o haciendo que el suelo se abra bajo los pies para que devore a todos. Cuanto más luchen los que queden atrapados, más fuerte se hará el terreno.

A pesar de la innata malicia del propio Lanka, los que visiten la ciudad se encontrarán relativamente seguros mientras tengan cuidado. Existen algunos riesgos, como pueden ser las patrullas de rakshas que aún vagan por las cercanías del palacio, buscando almas para alimentar a su caído maestro. Hay incluso criaturas de otros infiernos que buscan a aquellos que han huido de su lugar original refugiándose en este dominio. Sin embargo, la mayoría de las veces, Lanka es inquietantemente sereno. Aunque en su tiempo se le consideraba uno de los más terribles lugares bajo el Cielo, ahora es considerado uno de los posibles refugios para los inocentes que se hallen en los Mil Infiernos. Debido a esto muchos vienen aquí. Algunos que han conseguido escapar del dominio o del Rey Yama que los introdujo en el infierno, pero que no son capaces de huir del propio Yomi, encuentran en el lugar un respiro respecto a los incesantes tormentos que, en otro caso, tendrían que soportar. Otros utilizan la ciudad como base de operaciones para realizar asaltos desesperanzados al resto del Yomi, y aún otros la consideran una oportunidad para reunir poder y alzarse hasta la categoría de soberano infernal. Durante el paso de las últimas décadas se ha ido levantando en Lanka una inquietante colonia de refugiados y rufianes, una que la ciudad tolera por motivos que sólo ella conoce.

El vacío de este reino implica que los rakshas y demás cazadores que rastreen a los visitantes dispondrán del suficiente tiempo para practicar sus artes sobre aquellos que capturen, sin embargo, los que han escapado de otros infiernos están dispuestos a aceptar la posibilidad de ser torturados antes de la certeza total de que van a serlo. Algunas de las bandas de refugiados más numerosas han llegado a realizar tratos con grupos de rakshas, eliminándoles un diezmo de rivales a cambio de protección. Los rakshas se encuentran obsesionados con el hecho de alimentar su reino: si la bestia (que es la propia tierra bajo Lanka) muere, los otros Reyes Yama vendrán sin lugar a dudas para intentar anexionarse el territorio, y aniquilarán a estos demonios supervivientes en el proceso. A causa de esto se muestran muy agresivos respecto al tema de traer almas a su infierno y no representa una diferencia muy grandes para ellos que éstas provengan del Reino Medio o del dominio de otro soberano infernal: cuantas más puedan proporcionar a su tierra y cuanto mayor sea la cantidad de violencia perpetrada allí, mayores serán sus posibilidades de evitar la servidumbre respecto a un nuevo maestro. Nada se reproduce tan rápido como la desesperación.

Sólo hay una excepción en la decadencia de Lanka, representada sólo por las tierras que circundan el templo y el palacio de Rayana. Los pocos que se han atrevido a aventurarse lo bastante cerca (y han conseguido evitar a los omnipresentes rakshas) cuentan historias de una gran reconstrucción, o quizá una monstruosa excrecencia. Aseguran que los sirvientes y las almas que han tomado trabajan duro reparando el palacio de Rayana, y algunos dicen que el Rey Yama está poniendo en acción un plan que volverá a verter sobre Lanka almas que provengan del Reino Medio. Otros comentan que la responsable es la general de Rayana, la raksha Thratri, que se ha cansado de esperar a su señor y ha decidido reinar como regente en su lugar hasta que el verdadero soberano retorne a sus cabales o sea destruido. Bajo el mando de Thratri los rakshas trabajan en armonía con una coherencia que jamás habían tenido bajo el mando directo de Rayana y muchos se preguntan si esta raksha está destinada a usurpar el lugar del señor y convertirse en la próxima Reina Yama.

Lugares de Importancia

El Templo de Lanka

En el centro de la ciudad de la tortura yace una de sus pocas estructuras que aún no está cubierta por las zarzas. Este enorme lugar parece estar totalmente decorado con un enorme mosaico que, en realidad, está construido con los dientes arrancados a las víctimas del dominio. Lo más peligroso para aquellos que se aventuran en su interior es la gran fosa que hay allí. En realidad, se trata de la mandíbula abierta de la isla, y cada criatura lanzada allí le proporciona al terreno más fuerza con su Chi. Hubo un tiempo en el que había filas enteras de atormentados que aguardaban para alimentar al edificio, esperando para ser desmembrados y luego lanzados pieza por pieza dentro de la boca de la isla. Debido a que el reino no cuenta con la capacidad de empujar a las víctimas por sí mismo, a menudo los rakshas se sienten nostálgicos recordando los días en los que el lugar era grande, y llegan a cualquier extremo necesario con tal de traer víctimas para el templo. Los demonios nativos se han tomado más agresivos y numerosos en los últimos tiempos, por lo que está claro que algo pasará, algunos han sugerido que la isla se está recuperando y que su apetito crece en estos momentos...

El Torreón Demoníaco de Rayana

Aunque ha presenciado épocas mejores, la fortaleza de Rayana todavía es un lugar terrible que presenciar; al igual que el propio Rey Yama y sus servidores, el edificio no puede mantener una forma definida y está cambiando continuamente de aspecto. Los visitantes dicen que el lugar se comporta como algo vivo, una masa pulsante de tendones y carne; incluso los rakshas que entran o salen del edificio son, más bien, tragados o vomitados: el lugar acepta a los visitantes absorbiéndolo; y, posteriormente, decide si los va a dejar marchar. Representa un molesto, pero seguro, santuario para el caído Rajá Demoníaco que vive allí cavilando sobre sus pasadas derrotas. El propio edificio luce cicatrices debidas a los incendios que arrasaron el lugar hace tiempo, aunque Rayana ha conseguido arreglárselas para curar la mayor parte del daño infligido a su amada ciudadela. Hay informes insustanciales que afirman que el lugar aún está aterrorizado del fuego y que aquél que se atreva a acercarse a él con una llama se arriesga a ser enterrado bajo hordas de rakshas defensores. La torre se preocupa mucho de su seguridad debido al hecho de haber estado tan cerca de su destrucción. Solamente Thratri tiene acceso al interior mientras Rayana sigue "indispuesto" y no faltan aquellos que se hacen preguntas al respecto de si no estará absorbiendo lentamente la vida del Rey Yama con cada una de las visitas. Sea cual sea la causa, la fortaleza se hace más potente cada vez que ella entra y se espera que sea en este lugar donde se decida el futuro de Lanka.

La Senda de la Jungla

Enredaderas espinosas cubren muchas de las ruinas de Lanka, y se hacen más espesas y difíciles de cruzar a medida que uno se aleja del mar de sangre. Cuando se atraviesa este follaje, la luz cambia y las plantas se vuelven más agresivas. Al final, el intrépido explorador encontrará la Jungla Trasgo, que se encuentra en la Senda Escarlata. Ésta es infinitamente más peligrosa que el propio Lanka, y pocos de los que tratan de escapar del Yomi se dan cuenta de este peligro.

Habitantes

Rayana sólo da la bienvenida a su infierno a los Rakshas y los pocos akuma que le sirvieron antes de la caída de Lanka hace tiempo que perecieron o se marcharon en busca de nuevos señores. Hay ocasiones en las que trasgos u otras criaturas de la Senda Escarlata consiguen entrar en Lanka, pero rápidamente son capturados y torturados por los Rakshas para conseguir las pobres reservas de Chi que poseen. Sin embargo, hay otros seres en la isla que han encontrado la forma de cazar, descansar y reunirse en privado. Pueden hallarse shen de todas partes del Reino Medio en el dominio, intentando liberarse del Yomi o realizando tentativas de exploración desde el terreno conocido. Cuanto más lejos se mantenga uno del palacio de Rayana, mayor será la posibilidad de encontrar algo que no sea un raksha disfrazado. Sin embargo, por otro lado, Lanka también es un lugar donde se reproducen los espíritus de la enfermedad; esos seres son extremadamente escasos pero muy peligrosos y no suelen mostrarse amables con los intrusos.

Los cambiaformas se mantienen cerca del palacio salvo cuando cazan. Debido a que el gran incendio que derrumbó la ciudad del tormento y destruyó la mayor parte del dominio, las secciones muertas son anatema para los rakshas: el paisaje está adornado por enormes cicatrices y los cambiaformas que se adentran demasiado cerca del mar de sangre se arriesgan a contagiarse con una descomposición infecciosa que, al parecer, afecta a todas las criaturas de aspecto Yang; por esto, la mayor parte de los demonios cambiantes se mantienen cerca de los pocos lugares de Lanka que permanecen vibrantes.
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